A pesar de que los pitbulls son normalmente considerados como perros agresivos, la historia que compartiremos contigo el día de hoy demuestra que este es solamente un mal estereotipo. Todo comienza con tres gatitos enfermos: Helen, una gata de 7 años que padecía glaucoma en sus ojos, y Bruce y Willis, mininos con tan solo diez semanas que tenían úlceros en los suyos. Después de ser llevados a revisión hasta el refugio Faithful Friends Society de Delaware, el veterinario dio la mala noticia de que los ojos de los tres debían ser extirpados, pues solo así podrían aspirar a tener una calidad de vida mejor.
Esto supuso un golpe muy duro para los gatitos, quienes después de la operación se sentían muy asustados y deprimidos. Fue por eso que Sherry Stewart, quien trabajaba como voluntaria en el refugio, decidió llevarlos a su casa hasta que encontraran un nuevo hogar. Allí, fueron recibidos por Frankie y Alfie, dos cariñosos pitbulls que también fueron rescatados por ella.
De los dos, Alfie es quien más ha sufrido, pues antes de ser adoptado por Sherry vivió una terrible experiencia de maltrato, al ser encerrado dentro de un cobertizo.
Sin embargo, tanto él como su compañero se han convertido en perros muy cariñosos y por lo tanto, entrenados para funcionar como perros de terapia, cuya función consiste en ayudar a personas discapacitadas o con otros problemas a través de señales afectuosas.
Con el paso del tiempo, tanto Helen como Bruce y Willis se han sentido mucho mejor gracias a los cuidados de sus compañeros caninos. La gatita ya puede subir y bajar las escaleras sin problemas, y los pequeños han vuelto a ser dos cachorros juguetones.
Sherry sigue buscando un hogar para el trío y espera que los dos gatos hermanos sean adoptados juntos, pues después de lo que han vivido no cree conveniente separarlos.